El pasado domingo 6 de noviembre fue testigo de uno de los partidos más intensos y disputados de los últimos años, un monumento al fútbol(?), y no me refiero al Atlhetic Bilbao – Barça en San Mames, este cotejo, comparado con el del Yayo, pareció un soso entrenamiento.
El Yayo F.C se enfrentaba al 2do clasificado de la liga, el Aston Birra, un equipo que hasta el momento no se había dejado puntos en el camino y que arrasaba a cuanto rival enfrentaba, sólo la diferencia de goles lo privaba del liderato. En frente, el equipo de todos, que venía de ser derrotado y necesitaba hacer un gran partido para disipar las dudas que ya comenzaban a nublar su camino. La tarde gris que anunciaba lluvias esporádicas daba clima a un partido norteño, el ritmo no desafinó. El Aston Birra, con una media de edad de 22 años, llevaban el compás del encuentro, pero El Yayo encontró su bálsamo en el orden táctico aplicando el cerrojazo y/o catenaccio. Y aunque comenzó en desventaja (0-1 abajo) logró igualar el partido en la primera parte, con un preciso tiro libre de Lucas, que, gracias a quedarse, después de cada práctica(?), a ensayar faltas directas, logró forjar un tiro indescifrable, en el que apunta a la barrera buscando el desvío y descolocando a cuanto portero se pare debajo de los tres palos; el fútbol se reinventa. En la 2da parte, el Yayo siguió con el mismo talante; bien armado atrás y listo para salir de contragolpe. Tal fue así que, por sólo cinco minutos (al Yayo no le gusta abusar de los rivales en demasía) abrieron la puerta del talento, y la ventolera sopló con dos golazos; el primero de Román, en una jugada individual, que sorprendió a propios y extraños; para la visión de cualquier mortal, pudo parecer que el balón se le fue largo, pero no, la estrategia yayistica divulga la siembra de la confusión, en la barahúnda radica el talento del equipo y, lógicamente, de Román, donde en realidad adelanta el balón lo justo para dejar en el camino a dos adversario para luego escurrirse entre ellos y terminar agrediendo al balón con un fuerte golpe de empeine que clavó el 2 a 1 para el Yayo. Dos minutos después, el jolgorio volvía a abrazar al fútbol del Yayo; en otra contra (y jugando con la desesperación del Aston Birra) Andrés “De Boer” Palacios, se encontró pisando el área rival y no dudo en dudar, pero antes de esto, remató un tiro envenenado, que viajó a ras del suelo para descansar en el fondo de la red. 3 a 1 y un mundo por delante, no había tiempo para relajarse, aunque el Yayo ya sabía que estaba firmando un partidazo.
Un arbitraje sospechoso, y el lógico cansancio del plantel de El Equipo de Todos, hizo que el Aston Birra (atormentados por la atípica situación de que un equipo les juegue de tu a tu) se encuentre, en dos jugadas aisladas, con el empate. 3 a 3 y quedaba la última, que fue para el A. Birra, donde el golero de El Yayo se lució con una doble parada que selló el empate final.
Fue un gran partido, en el que El Yayo y el Cuarteto Obrero F.C logró imponer un estilo, el rácano, si, pero estilo al fin, este empate contra el 2do asentará la raquítica idea futbolística del equipo y la gente por la calle ya no se preguntará “¿a que juega el Yayo?”.
3 a 3, catenaccio y el resto, todos putos!.
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